Desarrollo

“La verdad de la marihuana“

La marihuana es toda una polémica, y alrededor del mundo existen múltiples interrogantes sobre su consumo, y antes de comprender su impacto en nuestros organismos y sociedad es indispensable conocer sus características:

Es una planta de la familia de las cannabáceas.  La cual se extrae de los brotes floridos procedentes de la planta del cáñamo de la que existen tres especies: Cannabis sativa es la más alta, en torno de los 2-5 metros y sus ramificaciones son bastantes separadas, más común en Europa y África. Cannabis sativa indica una altura media de entre 1-1,5 metros, con densas ramificaciones y de forma piramidal, es frecuente encontrarla en el sudeste asiático; y la Cannabis sativa ruderalis es la más pequeñas de estas tres especies, alcanzando medio metro de altura con nulas o muy pocas ramificaciones, común en Rusia.

Se hibridan entre sí con facilidad, tanto de forma espontánea en la naturaleza como por acción selectiva del hombre potenciado por los cultivos artificiales de invernadero, en las que se buscan especies con alto rendimiento (mayor concentración del principio activo y ciclos de vida más rápidos) para lograr plantas más acordes con los usos a los que se destina el cultivo. De este modo hoy se distinguen genéticamente cerca de 50 variedades de cultivos.

Es una planta herbácea anual de tallo erecto, dioica (tallo macho y tallo hembra), siendo las hembras las más frondosas y duraderas.  Sus hojas son palmiformes de 5 a 7 segmentos largos y profundamente dentadas.  La marihuana es la flor de la planta femenina del cannabis. Su cultivo óptimo es en clima húmedo y cálido (Suarez, Reyes,Quintero, 2018, párr.3).

El Cannabis es una planta que ha acompañado al hombre desde tiempos inmemorables incluso, los autores Suárez, Reyes y Quintero destacan en uno de sus escritos que se tienen registros y conocimiento del cultivo de la marihuana “desde hace más de 11 mil años en las zonas tropicales y en los climas templados, con origen en Asia Central” (2018,párr.9), y que, posteriormente el cultivo tuvo una expansión hacia el resto del continente, debido a las múltiples expediciones que se hacían en esos momentos logró llegar al otro lado del mundo para convertirse en una de las drogas ilícitas más consumidas.

Para reforzar el argumento de la existencia, cultivo y consumo del cannabis desde hace milenios se presentan diversas pruebas, entre ellas se puede destacar que “existen tumbas mongolas de más de 4000 años de antigüedad donde se han encontrado semillas de cáñamo” (Suarez, Reyes, Quintero, 2018, párr.9), el cual es el nombre que se le da a ciertas variedades de cannabis y de forma simultánea a las fibras que se extraen de las mismas, además de que la referencia escrita más antigua que se tiene sobre el cannabis “figura en el libro de farmacopea china hacia el año 2700 a.C., titulado "Nei Ching"  en el que el emperador Huang  Ti,  el  autor  del  mismo,  atribuye  al  cannabis  el  carácter  medicinal  para  el tratamiento de diversas dolencias” (Suarez, Reyes, Quintero, 2018, párr.10) y por si fuera poco, en el país de la India esta planta “formaba parte del acervo religioso de los arios, tribu nómada que invadió ese país hacia el año 2000 a.C.” (Suarez, Reyes,Quintero, 2018, párr.11).

Así mismo, en el siglo XIX el médico irlandés William Brooke O’Shaughnessy, condujo experimentos que lo llevaron a concluir que el uso de cannabis es seguro aun en dosis altas. En consecuencia, se normalizó en el continente americano recetar la planta a pacientes que padecían reumatismo, convulsiones y tétanos. De modo que, a lo largo del resto del siglo, fue en aumento la compra y venta de esta sustancia, donde compañías farmacéuticas la recetaban como sedante, analgésico y para tratar el asma, esto prueba que la planta que es ahora estigmatizada como una droga ilícita de la que se llevan debatiendo sus aspectos positivos no es tema de conversación reciente. (Deiana, 2012)

Sin embargo, el declive del uso terapéutico del cannabis empezó a mediados de los cincuentas, principalmente debido a la gran variación de efectos entre usuario y usuario, provocando en algunos casos ansiedad e incluso un posible deterioro cognitivo. (Deiana, 2012)

Por lo que en muchos países se aplicaron leyes que prohibieron parcial o totalmente la venta y el consumo de esta droga para cualquier fin ya sea médico o recreativo. Actualmente, está en constante debate sobre qué tan beneficioso sería para la sociedad volver a normalizar y legalizar su uso como tratamiento médico. Sin embargo, esto no ha impedido que su consumo haya incrementado en las últimas décadas.

 Ahora bien, la marihuana contiene diversos componentes, todos tienen como consecuencia distintos efectos en el cuerpo humano, pero dos de los más mencionados por la comunidad científica al estudiar el uso de la marihuana son el THC, tetrahidrocannabinol, y CBD, cannabidiol puro. El THC es quizá el componente más estudiado de esta planta y el responsable de los efectos psicotrópicos característicos de la marihuana, y debido a esto actualmente es considerado una sustancia ilícita en muchos países del mundo; en palabras de Kevin Antonio Cárdenas, tesista de la organización Líneas de investigación: Cannabis y la modulación de la Endocannabinoide:

Se ha reportado que la administración a largo plazo de THC produce tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia. La dependencia ocurre aproximadamente en un 10 % de los usuarios de cannabis. Cabe resaltar que este porcentaje es menor al reportado en el consumo de tabaco, alcohol, cocaína y heroína. Además, hasta la fecha no se han reportado muertes atribuidas solamente al consumo de marihuana. (Cardenas, 2020)

De lo anterior puede deducirse que, aunque los efectos nocivos de la marihuana existen y son cuantificables, no resultan en un daño mayor a los de sustancias más normalizadas como el tabaco y el alcohol, y mucho menos de sustancias ilícitas más estigmatizadas como la cocaína y la heroína. Además, es importante diferenciar que el cannabis contiene compuestos que ayudan a contrarrestar los efectos del THC, como es el caso del ya mencionado CBD.

CBD es un cannabinoide de la planta del cannabis, los cannabinoides son sustancias que el cuerpo humano es capaz de producir normalmente por sí mismo, las cuales se encargan de influir y coordinar múltiples cuestiones en nuestros cuerpos, tales como los movimientos, el hambre, las emociones y estado de ánimo, además de que activan ciertos receptores que regular, por medio del sistema nervioso central, el dolor y la inflamación.

El cannabidiol, como mencionaremos a lo largo de este documento, no es responsable de las propiedades adictivas o intoxicantes de la marihuana, por lo que es relevante recalcar que aunque sea parte del cannabis, no significa que deba de ser clasificado en la misma categoría que el tetrahidrocannabinol, ya que es parte importante de muchos otros organismos totalmente distintos a la estructura de la marihuana, su crecimiento y sus efectos en el cuerpo humano.

En un estudio canadiense realizado a 628 consumidores (de selección autónoma) de cannabis por motivos terapéuticos, se obtuvieron los siguientes datos:

Symptoms treated with cannabis varied across condition […] Chronic spinal pain participants were more likely to report treating muscle spasms. Participants with arthritis were more likely to report use for inflammation and ocular pressure, and less likely to report use to address anxiety and appetite. Participants who identified mood and anxiety disorders as their primary condition were more likely to use cannabis to address mental health-related symptoms (i.e., anxiety, depression, aggression, mania/psychosis), and were less likely to treat pain, inflammation, and muscle spasms. Participants who identified HIV/AIDS or GI as their primary conditions were more likely to treat symptoms of nausea and appetite, and HIV/AIDS was associated with less treatment of pain and aggression. Overall, cannabis was perceived to provide effective symptoms relief […]

{Los síntomas tratados con cannabis variaban según la condición […] Participantes con dolor espinal crónico tendieron a reportar estar tratando espasmos musculares. Participantes con artritis tendieron a reportar uso por inflamación y presión intraocular, estos también son menos propensos a reportar usarlo para tratar ansiedad o apetito. Participantes que seleccionaron estado de ánimo y ansiedad como sus principales afecciones tendieron a usar el cannabis para tratar síntomas relacionados con su salud mental (p.e., ansiedad, depresión, agresión, manías/psicosis), y eran menos propensos a reportar uso por dolor, inflamación y espasmos musculares. Participantes con el VIH/SIDA o afecciones gastrointestinales como sus principales afecciones tendían a tratar síntomas de náuseas o apetito, y participantes con VIH/SIDA fueron asociados con ser menos propensos a recibir este tratamiento por dolor o por agresión. En general, el cannabis fue percibido (por los participantes) como efectivo para dar alivio a sus síntomas.} (Walsh et al., 2013)

Así mismo, se reportaron estudios de Estados Unidos, Europa y Australia, que mostraron resultados consistentes con los obtenidos en Canadá. En los cuales el uso de cannabis como tratamiento médico fue definido de la siguiente manera: “CTP (Cannabis for therapeutic purposes) is perceived to be an effective treatment for symptoms including pain, nausea, and negative mood.” {(El uso de cannabis para fines terapéuticos) es percibido como un tratamiento efectivo para síntomas incluyendo dolor, náuseas, y estado de ánimo negativo.} (Walsh et al., 2013)

Ahora bien, la marihuana puede ser consumida de diferentes maneras, p.e. inhalada, vaporizada, por vía oral, tópico, etc. Tras el consumo se logra sentir cierta euforia, sensación de bienestar corporal, hilaridad y comunicación fácil. Esta sustancia produce un efecto extraordinariamente atractivo. Por un lado, un estado de sedación; la persona que la consume experimenta una sensación de tranquilidad, placentera y junto con eso se le producen deformaciones sensoriales al percibir los objetos que le rodean. Logran percibir cintas cinematográficas de forma “especial”, escuchan los sonidos de modo diferente y se distorsiona la sensación del paso del tiempo; por eso hay quienes están convencidos de que al usarla pueden captar aspectos y formas que no detectan en un estado lúcido. También se logran destacar ciertos síntomas físicos entre los usuarios, como la taquicardia, enrojecimiento conjuntival, sequedad en la boca y garganta, las vías respiratorias se relajan y se expanden, disminución de la temperatura, caída de la fuerza corporal, luego, sedación y somnolencia. (NIH 2020)

         Adicionalmente, los fumadores habituales de marihuana (que consumen a diario o casi a diario) tienen muchos de los problemas de salud que padecen los fumadores de tabaco, como tos, diarrea, bronquitis, mucosidad y sibilancia. El humo de la marihuana que inhalan los fumadores activos y pasivos contiene los mismos productos químicos cancerígenos que el humo del tabaco, causando cáncer de pulmón y existen investigaciones contradictorias sobre los efectos de fumar marihuana. (CDPHE2019)

Como resultado del estudio de algunos casos se ha concluido que debido a los efectos inmunosupresores del THC, fumar marihuana puede aumentar la predisposición a contraer infecciones pulmonares—como neumonía—en las personas que tienen inmunodeficiencias. Al consumirla inhalando el humo del cannabis se producen enfermedades como bronquitis crónica, enfisema pulmonar y cáncer de pulmón.

En el caso de los hombres, la tetrahidrocannabinol puede reducir la movilidad de los espermatozoides hasta en el 40% y el 30% de ellos, son incapaces de producir la enzima necesaria para atravesar la membrana externa del óvulo. (Rosales Y. Enero 2017 párr.8)

Las investigaciones también muestran que el uso prolongado del cannabis puede causar afecciones cardiovasculares, al estar relacionado con un mayor riesgo de ataques cardíacos en adultos.

Ahora bien, uno de los argumentos más utilizados en contra de la marihuana es el hecho de que funge como “droga de inicio”, es decir, que es una manera fácil y directa de comenzar en el mundo de las adicciones con el riesgo de avanzar a drogas con consecuencias directas más fuertes y que terminarían por involucrar al consumidor en delitos mayores y substancias potencialmente mortales.

Según un estudio realizado por David S. Timberlake, graduado de la universidad de California con estudios en salud pública, el uso de la marihuana está estrechamente relacionado con el uso del tabaco en jóvenes entre 19 y 22 años, sin embargo este artículo habla exclusivamente de la relación entre la marihuana y el tabaco, y sugiere que el consumo de la marihuana puede venir del mismo origen que el consumo del tabaco, sin ser causalidades directas, sino una consecuencia de un problema no identificado que poco tiene que ver con que la marihuana haya influenciado el consumo de otras sustancias.

Relacionado a esta creencia se ha popularizado el término “sensibilidad cruzada”, explicada como el aumento en la intensidad de los efectos resultantes similares con la exposición de una determinada sustancia, que ocurren en una medida proporcional cuando se expone a otra con efectos similares aun cuando nunca se había encontrado en el cuerpo del sujeto expuesto a dicha sustancia.

Por ejemplo, uno de los efectos en común que tiene la cocaína en el cuerpo con la anfetamina es la activación psicomotora, si uno fuera a recibir constantes inyecciones de una de las dos sustancias mencionadas, el efecto se incrementa progresivamente, sin embargo, y esto es por lo que la marihuana es vista como una droga de inicio, es que cuando seamos expuestos a la otra de las dos sustancias mencionadas, los efectos compartidos entre ambas sustancias escalarían como si se tratara del consumo de la primera sustancia, por lo que la conclusión es que el organismo se adapta y se prepara para recibir la siguiente dosis, aun cuando no es de la misma sustancia.

Existen estudios que respaldan esta conclusión, en mayo del 2020, una colaboración entre científicos de universidades de Estados Unidos, Italia y Suecia administrada por la Universidad de Columbia en Nueva York, administraron dos dosis diarias de un sintético presente en la marihuana denominado cannabinoide WIN 55212-2 (WIN) a ratas de un rango de edades entre adultas y adolescentes por una duración de 11 días. Este experimento probó que aquellas ratas que se encontraban en contacto con cocaína después de haber sido administradas con las dosis del cannabinoide presentaban hipersensibilidad provocada por la sensibilización cruzada ya mencionada, esto exclusivamente en ratas jóvenes que aún estaban en proceso de maduración y no habían alcanzado la edad adulta, lo cual significa que recibían una serie de efectos intensificados en comparación con el número de ratas que no fueron expuestas a dicho sintético. Lo cual indica que el consumo previo de sustancias como la marihuana pueden llegar a convencer al organismo que los efectos de la exposición de determinadas drogas son más potentes de lo que originalmente serían, y cómo también es concluido en esta investigación, la respuesta inicial de un organismo a una droga influye en el deseo de repetir las experiencias relacionadas con el consumo, si el individuo percibe esta experiencia como positiva y disfrutable, es mucho más probable que quiera volver a experimentar con esa droga en particular, u otras.

Por otro lado, desde un punto de vista subjetivo, una gran cantidad de personas que consumen marihuana no empezaron consumiendo solo esa sustancia, si no que fueron expuestos a distintas condiciones sociales y a drogas normalizadas y reguladas por la sociedad como lo son el tabaco y el alcohol, se podría argumentar que la sensibilización cruzada por la que se respalda la teoría de la marihuana como la droga de inicio no es exclusiva de la marihuana en específico, y tampoco es completamente culpa de esta que las experiencias obtenidas de otras drogas más potentes sean amplificadas, si estas drogas no existieran, la marihuana no sería vista de la manera en la que es, es por las consecuencias del uso de otras sustancias las que reducen la efectividad del cannabis como producto medicinal potencialmente disponible a la población, y la mayoría de argumentos que van en contra del cannabis también pueden ser aplicados a muchos otros productos que consumimos diariamente, como el azúcar.

Ya se han realizado estudios donde se analiza el riesgo de desarrollar algún trastorno por consumo de opiáceos, donde se genera un deseo incontrolable de consumirlos, una tolerancia a ellos y se genera un síndrome de abstinencia al detener su uso después de haber tenido contacto con cannabinoides.  En pocas palabras, se reflexiona acerca de la hipótesis del cannabis como droga de inicio, como ya mencionado anteriormente. En ella se concluye:

[...] for some at risk individuals, through a combination of genetic and environmental factors, it is highly likely that adolescent cannabis use can meaningfully increase risk of the initiation of opioid use and development of OUD. Much more research is needed, particularly to identify which adolescents are most at risk and to develop interventions addressing trauma and psychiatric comorbidity while designing protective and nurturing environments to minimize harm.

{[...] para algunos individuos en situación de riesgo, mediante una combinación de factores genéticos y de su contexto, es altamente probable que el uso de cannabis en la adolescencia puede incrementar significativamente el riesgo de la iniciación del uso de opioides y por lo tanto el desarrollo de algún trastorno de consumo de operaciones. Se necesita mucha más investigación al respecto, particularmente para identificar que adolescentes están más en riesgo, y así poder desarrollar intervenciones para abordar trauma y comorbilidad psiquiátrica, al mismo tiempo que diseñar ambientes que protejan y nutran para reducir el daño.} (Williams, 2020) 

            En este, también se enfatiza: “Cannabis use affects adolescent emotion and cognition circuits through disruption of signaling, decreased neurogenesis, and impaired memory formation during key periods of development.” {El uso de cannabis afecta emocionalmente y los circuitos cognitivos mediante la alteración de sus señalizaciones, decrementa la neurogénesis (nacimiento de nuevas neuronas) y daña la formación de la memoria en momentos clave del desarrollo.} (Williams, 2020). Lo cual da a entender de una manera muy clara que es de gran relevancia evitar el consumo durante la adolescencia que es cuando las funciones cognitivas están en una fase importante de desarrollo. En consecuencia, generar los problemas ya mencionados a lo largo de la adultez, a comparación de si se comenzara su consumo en una etapa más madura en la vida.

Como ya se ha mencionado anteriormente, es lógico pensar que aquellos susceptibles al consumo de cannabinoides también lo son ante los demás compuestos peligrosos, simplemente inician con sustancias que se pueden conseguir con mayor facilidad.

Recordemos que otra de las razones por las que la marihuana no es considerada únicamente como una sustancia con beneficios medicinales es por su alto contenido en THC (tetrahidrocannabinol), el principal de los muchos componentes del cannabis, conocido responsable de los efectos psicotrópicos que provocan esa característica euforia, sin embargo, también existen otros componentes con estructuras similares a las del THC, que a comparación parecen ser mucho más positivos de acuerdo al contacto con el ser humano, como es el caso del cannabidiol, o más conocido por sus siglas, CBD.

The Nation's Doctor, Jerome M. Adams, M.D., un reconocido doctor de los Estados Unidos, dice lo siguiente sobre estos dos componentes:

THC is the component responsible for euphoria, intoxication and addiction. Pure CBD or cannabidiol is not intoxicating and has not been shown to lead to addiction. It is important to note that the levels of THC found in marijuana have significantly increased over the last few decades. The THC concencentration has increased three-fold between 1995 and 2014, and as THC increases so does the risk of addiction.

{Ambos son componentes del cannabis, THC es el componente responsable de la euforia, intoxicación y adicción, CBD en su estado puro, o cannabidiol, no es tóxico y ningún estudio ha demostrado que tenga propiedades que lleven a la adicción. Es importante recalcar que los niveles de THC encontrados en la marihuana han aumentado exponencialmente en las últimas décadas, la concentración de THC se ha triplicado entre los años 1995 y 2014, y mientras aumente este nivel de THC, también aumentará el riesgo de adicción.} (Adams, 2019)

Los riesgos de dependencia física, adicción y otras consecuencias negativas aumentan mientras más alta sea la exposición a este compuesto y también dependen de la edad a la que se haya comenzado a consumir. Altas dosis de THC pueden llegar a tener efectos sobre el cuerpo como ansiedad, paranoia, extrema agitación y psicosis, sobre todo a consumidores con baja tolerancia.

Existen múltiples causas que pueden llevar a un individuo a tomar la decisión de consumir drogas, cada caso es diferente sin embargo, de acuerdo a un artículo escrito por los autores Suárez, Reyes y Quintero (2019) existen tres razones principales por las cuales las personas comienzan a consumir marihuana: la primera es el aumento de las actividades recreativas, ya que es usual encontrar personas fumando en festivales, fiestas, o lugares donde se promueve un ambiente social “divertido” y “relajado”; la segunda son los problemas o trastornos del sueño,  esto se debe a que el cannabis en muchos casos puede crear la sensación de alegría y somnolencia, permitiendo que el usuario logre conciliar el sueño con mayor facilidad y la última es la ansiedad, el problema psiquiátrico más frecuente a nivel mundial y, debido a que la marihuana por sus propiedades se utiliza con el propósito de  relajar al usuario física y mentalmente, podemos comprender porque es la droga ilícita más consumida.

Lamentablemente la marihuana no solo tiene efectos calmantes y eufóricos en el organismo y pocas personas saben que esta cuento con un cannabinoide conocido como THC el cual al ser consumido en altas cantidades y de forma frecuente puede empeorar la sensación de ansiedad "de dos formas: empeorando los sentimientos generalizados de ansiedad y causando ataques de pánico" (Suárez, Reyes y Quintero, 2019).

Ahora bien, existen diversos mitos alrededor del consumo de la marihuana, entre los que podemos destacar los siguientes:

Mito número 1: La marihuana no causa daños al organismo.

Aunque es común pensar que la marihuana es una sustancia relativamente inofensiva en comparación con otras drogas la realidad es otra, de acuerdo con un artículo realizado por la Asociación educar en 2019, una adicción a una droga surge a raíz de emplearla repetidamente a pesar de conocer las repercusiones negativas en nuestro cuerpo como lo son el incremento del ritmo cardiaco y del diámetro de los bronquios, además de la dilatación de los vasos sanguíneos, lo cual provoca los característicos ojos rojos, todo ello a los pocos minutos de haber consumido cannabinoides.

Asimismo, algunas investigaciones concluyen que el uso frecuente afectaría la habilidad de pensar, acrecentaría la probabilidad de desarrollar problemas de ansiedad y/o depresión.

La Asociación educar (2019) concluyó que el consumo de esta droga podría disminuir el coeficiente intelectual del individuo, sin embargo, dejar de consumirla no restablecerá el nivel inicial, ya que los efectos de la droga en el cerebro son irreversibles, es decir, existe un punto de no retorno y sus efectos sobre la función del sistema nervioso son permanentes.

Mito número 2: La marihuana no genera adicción

La adicción implica que el usuario tendrá dificultad para controlar su consumo y no podrá detenerlo, aunque afecte muchos aspectos de su vida de forma negativa.

Tomando lo anterior en cuenta y de acuerdo con datos proporcionados por la Asociación educar (2019) “el 9% de los adultos que la utilizan se vuelven adictos, pero el porcentaje se duplica si nos referimos a los adolescentes”.

Las personas que generan una adicción a esta sustancia comienzan a desarrollar una tolerancia hacia los efectos que esta causa. Por consecuencia el usuario necesitará consumir dosis mayor a medida que pasa el tiempo de consumo y se genera acostumbramiento.

Adicionalmente, se tiene conocimiento que las personas que padecen una adicción a los cannabinoides empiezan a desarrollar tolerancia, debido a que el usuario se acostumbra a ingerir cierta dosis con regularidad y al no obtener el efecto deseado se ve en la necesidad de aumentar la cantidad de sustancia, datos proporcionados por la Asociación educar (2019).

Mito número 3: Dejar de fumar marihuana no genera un síndrome de abstinencia

Contrario a lo que se piensa “la adicción a la marihuana también está relacionada con un síndrome de abstinencia similar al de la nicotina, lo que puede dificultar que se deje de consumir” (Asociación educar, 2019) debido a las alteraciones físicas y psicológicas que se presentan una vez que el usuario suspende su uso.

Después de cierto tiempo empleando la droga se crea la adicción y es cuando el cuerpo ve el consumo de la sustancia como una necesidad y, aquellos que se abstienen llegan a reportar síntomas como “irritabilidad, problemas para dormir, deseos vehementes por la droga y ansiedad. En las pruebas psicológicas también exhiben un aumento en la agresividad que llega a su punto máximo aproximadamente la semana posterior a haberla consumido por última vez” (Asociación educar, 2019).

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